Despedimos a un hombre que brindó algo más que caridad
- Comunicación Institucional
Muy emotiva fue la ceremonia de despedida, en la Catedral de Ibagué.
Las palabras no fueron ni suficientes ni demasiadas para despedir a un filántropo, artífice de caridad y notable ser humano. El agradecimiento a don Jaime de Zorroza Landia, un tolimense que llegó del País Vasco a dejar su testimonio de vida mediante el servicio, fue una suma de emociones encontradas.
Precisamente a eso invitó monseñor Flavio Calle Zapata, arzobispo de Ibagué, durante las honras fúnebres oficiadas en la Catedral Metropolitana, a las que acudieron seres cercanos, trabajadores y representantes de las empresas a las que estuvo vinculado y, en general, muchos amigos.
"Es bueno despedir a los amigos y él era uno de ellos. Hizo caridad dando trabajo, educando, incluyendo y levantando templos para el culto y alcobas a los ancianos para que terminaran serenamente su fatigosa vida; por eso, esta despedida no debe ser con amargura ni tristeza", expuso en su homilía.
El jerarca de la Iglesia local invitó a que se evocara con alegría y esperanza la vida de alguien "modesto y sencillo, que no era de grandes letras, pero sí de gran amor al campo y al trabajo; por eso, en las ardientes tierras de Saldaña e Ibagué sembró y sembró, hasta su muerte".
Un legado eterno
Jaime de Zorroza, según quedó claro en la ceremonia, será recordado como un ejemplo de hombre labriego, a la vez que el reflejo de un ser pensador, empresario y amigo, alguien que supo vivir en amistad la existencia. Por eso la despedida fue con gran afecto.
Monseñor Calle agregó: "Jaime dio mucho de comer y sus bienes no se aferraron a sus dedos. Repartió y a manos llenas. Compartió la experiencia, la ciencia, los bienes y las oportunidades. He visto la sinceridad del afecto ibaguereño por él, como lo tuvo por su esposa, Ana Julia Suárez (q.e.p.d.)".
En una eucaristía acompañada por el Coro de la Excelencia y el Polifónico Nuevo Tolima, así como la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Ibagué, entidad que él ayudó a forjar en aquel entonces durante su fundación, no fueron de más las palabras emanadas de aquellas instituciones con que él tuvo algo que ver.
Jaime de Zorroza, según quedó claro en la ceremonia, será recordado como un ejemplo de hombre labriego, a la vez que el reflejo de un ser pensador, empresario y amigo, alguien que supo vivir en amistad la existencia. Por eso la despedida fue con gran afecto.
Monseñor Calle agregó: "Jaime dio mucho de comer y sus bienes no se aferraron a sus dedos. Repartió y a manos llenas. Compartió la experiencia, la ciencia, los bienes y las oportunidades. He visto la sinceridad del afecto ibaguereño por él, como lo tuvo por su esposa, Ana Julia Suárez (q.e.p.d.)".
En una eucaristía acompañada por el Coro de la Excelencia y el Polifónico Nuevo Tolima, así como la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Ibagué, entidad que él ayudó a forjar en aquel entonces durante su fundación, no fueron de más las palabras emanadas de aquellas instituciones con que él tuvo algo que ver.
Siendo así, fueron leídas resoluciones de homenaje póstumo desde la Alcaldía y el Concejo de Ibagué, la Universidad de Ibagué, la cooperativa Serviarroz y la corporación Colegio San Bonifacio de las Lanzas, así como un emotivo mensaje de su familia natural, desde España.
No menos importante fue la reseña leída por uno de sus grandes amigos en vida y en la eternidad, el exrector Alfonso Reyes Alvarado, quien, además de recordar su origen y su estrecha relación con el Tolima, evocó esa gran amistad que tuvo hacia esta tierra que lo acogió durante 72 años.
No menos importante fue la reseña leída por uno de sus grandes amigos en vida y en la eternidad, el exrector Alfonso Reyes Alvarado, quien, además de recordar su origen y su estrecha relación con el Tolima, evocó esa gran amistad que tuvo hacia esta tierra que lo acogió durante 72 años.