Cuatro instituciones creadas para materializar un sueño
- Camilo Yepes
Materializar los sueños suele ser algo difícil de lograr, mucho más si trascienden intereses personales y pretenden incidir en el bienestar de amplios conglomerados, esto es, si se trata de retos de gran magnitud. Pero, hay quienes lo consiguen y por ello merecen especial reconocimiento y admiración.
El estudio que estamos entregando hace parte de la serie editorial Tolimenses que dejan huella, en su versión Instituciones que dejan huella. Con ella, la Universidad de Ibagué busca recuperar la memoria de personas y entidades cuyas realizaciones han tenido un impacto positivo de gran significación en el desarrollo social y económico de la región, y su quehacer ha estado signado por la práctica de valores éticos inquebrantables que se acogen como referentes para la comunidad, y especialmente para nuestros jóvenes.
Esta obra, igual que otras dos, Universidad y región. Modelo de universidad para el desarrollo regional y 40 años construyendo región, se publican como parte de la conmemoración de las cuatro décadas de creación de la Universidad.
Este documento contiene la reseña de cuatro instituciones que cumplen varias décadas de su creación y han dejado y continúan dejando una valiosa impronta en un amplio entorno. Todas ellas fueron creadas por un grupo de soñadores que en la segunda mitad del siglo pasado comprometieron su empeño para aportar al desarrollo humano, social y económico de la región.
Cabe precisar que, además de estas, hubo otras importantes iniciativas que aquel grupo de emprendedores concibió y puso en marcha, algunas de ellas de carácter empresarial como la aerolínea regional Aires, la empresa textilera Texpinal, constituida en El Espinal en asociación con Fabricato; Fatextol, Corfitolima, la Corporación Forestal del Tolima y Catsa. Sobre estas empresas debo señalar que operaron con éxito durante varias décadas y luego, por diversas razones relacionadas básicamente con la evolución de los mercados, algunas fueron vendidas y otras, liquidadas.
Es pertinente destacar que los tiempos que transcurrían por aquella época también eran difíciles: problemas de violencia, inseguridad, incomunicación, politiquería, dura competencia en los mercados, insuficiente recurso humano adecuadamente calificado y otros más, eran el común denominador. Y fue en ese contexto en el que aquel grupo, cuyos nombres se precisan en cada capítulo, aplicó esfuerzos, recursos y enorme energía para el reto impuesto.
Encuentre aquí Instituciones que dejan huella
Eran empresarios exitosos, algunos nativos del Tolima; otros, provenientes de otras tierras y declarados tolimenses adoptivos. Todos, comprometidos de corazón y dispuestos a retribuir al Tolima lo mucho que habían recibido de esta tierra. La mayoría eran personas relacionadas con el agro y, por tanto, conocedoras de que para cosechar buenos frutos debían planificar muy bien, contar con las mejores herramientas técnicas posibles, escoger la mejor semilla y dar tiempo suficiente durante el cual era imperativo asegurar el acompañamiento y vigilancia adecuados.
Las continuas deliberaciones sostenidas por el grupo les dejaron clara la necesidad de constituir, primero, algo similar a lo que hoy llamamos un tanque de pensamiento que se encargara de auscultar, priorizar y planificar las intervenciones que, desde el sector privado, mejor pudieran acometerse para aportar al desarrollo del Tolima.
Muy pronto quedó claro que debía mejorarse la comunicación con Bogotá y otras regiones, crear industria generadora de empleo, trabajar en la cualificación de la juventud a niveles superiores y posibilitar su acceso sin distingo alguno, porque en aquellos años las opciones eran muy limitadas, en especial para las mujeres y personas de bajos ingresos.
Cabe precisar que, además de estas, hubo otras importantes iniciativas que aquel grupo de emprendedores concibió y puso en marcha, algunas de ellas de carácter empresarial como la aerolínea regional Aires, la empresa textilera Texpinal, constituida en El Espinal en asociación con Fabricato; Fatextol, Corfitolima, la Corporación Forestal del Tolima y Catsa. Sobre estas empresas debo señalar que operaron con éxito durante varias décadas y luego, por diversas razones relacionadas básicamente con la evolución de los mercados, algunas fueron vendidas y otras, liquidadas.
Es pertinente destacar que los tiempos que transcurrían por aquella época también eran difíciles: problemas de violencia, inseguridad, incomunicación, politiquería, dura competencia en los mercados, insuficiente recurso humano adecuadamente calificado y otros más, eran el común denominador. Y fue en ese contexto en el que aquel grupo, cuyos nombres se precisan en cada capítulo, aplicó esfuerzos, recursos y enorme energía para el reto impuesto.
Encuentre aquí Instituciones que dejan huella
Eran empresarios exitosos, algunos nativos del Tolima; otros, provenientes de otras tierras y declarados tolimenses adoptivos. Todos, comprometidos de corazón y dispuestos a retribuir al Tolima lo mucho que habían recibido de esta tierra. La mayoría eran personas relacionadas con el agro y, por tanto, conocedoras de que para cosechar buenos frutos debían planificar muy bien, contar con las mejores herramientas técnicas posibles, escoger la mejor semilla y dar tiempo suficiente durante el cual era imperativo asegurar el acompañamiento y vigilancia adecuados.
Las continuas deliberaciones sostenidas por el grupo les dejaron clara la necesidad de constituir, primero, algo similar a lo que hoy llamamos un tanque de pensamiento que se encargara de auscultar, priorizar y planificar las intervenciones que, desde el sector privado, mejor pudieran acometerse para aportar al desarrollo del Tolima.
Muy pronto quedó claro que debía mejorarse la comunicación con Bogotá y otras regiones, crear industria generadora de empleo, trabajar en la cualificación de la juventud a niveles superiores y posibilitar su acceso sin distingo alguno, porque en aquellos años las opciones eran muy limitadas, en especial para las mujeres y personas de bajos ingresos.
Asociación para el Desarrollo del Tolima
Surgió la idea de crear la denominada Asociación para el Desarrollo del Tolima, ADT, que asumiría la tarea de adelantar los estudios pertinentes, formular los proyectos y gestionarlos ante las instancias competentes. Se buscaba asegurar la estrecha articulación con otras organizaciones de la sociedad civil, con las agencias del Estado, tanto nacionales como regionales y locales, así como gestionar recursos y alianzas de orden internacional. Así se hizo y la ADT se constituyó en 1964.
Su primer director Ejecutivo fue Néstor Hernando Parra Escobar y el primer presidente de su Junta Directiva fue Roberto Mejía Caicedo. La reseña de este capítulo fue escrita por Marcela Meñaca Sabogal.
Corporación para el Desarrollo Humano
Su primer director ejecutivo fue Leonidas López Herrán y como presidente de su Junta Directiva fue elegido Eduardo De León Caicedo; como presidente alterno actuó Santiago Meñaca Castillo.
Universidad de Ibagué
Posteriormente, el 27 de agosto de 1980 se creó la Corporación Universitaria de Ibagué, Coruniversitaria, hoy Universidad de Ibagué, con la que se materializaba el sueño de aportar a la región una institución de educación superior de carácter privado, sin ánimo de lucro, que permitiera ampliar las oportunidades de formación de alta calidad para los jóvenes tolimenses.
Se tuvieron muy en cuenta aquellas opciones que pudieran ser de especial interés para las mujeres, que por aquella época encontraban muy pocas alternativas, y con el compromiso de ser una institución incluyente en múltiples dimensiones. Su primer rector fue Camilo Polanco Torres.
Se tuvieron muy en cuenta aquellas opciones que pudieran ser de especial interés para las mujeres, que por aquella época encontraban muy pocas alternativas, y con el compromiso de ser una institución incluyente en múltiples dimensiones. Su primer rector fue Camilo Polanco Torres.
El primer presidente de su Consejo Superior fue Eduardo De León Caicedo y el presidente alterno, Santiago Meñaca Castillo. Esta reseña, que se presenta en el tercer capítulo, fue elaborada por Carmen Inés Cruz.
(Visita la serie Tolimenses que dejan huella en el Repositorio Institucional)
Colegio San Bonifacio de las Lanzas
Colegio San Bonifacio de las Lanzas
Más adelante, el 15 de agosto de 1985 se creó el Colegio San Bonifacio de las Lanzas, primero de carácter bilingüe en la ciudad y comprometido con educación de alta calidad. Se proponía como una alternativa para retener en la región jóvenes que, de otro modo, a muy temprana edad se desplazarían a otras ciudades para continuar sus estudios de secundaria, por cuanto en la región no encontraban esa opción.
Su primera rectora fue la profesora Carmen Inés Triana Garay. Como presidente del Consejo Directivo fue elegida Gladys Meñaca Sabogal y, como presidente alterno, Fernando Meléndez Santofimio. La reseña de esta institución es el cuarto capítulo y fue elaborada por Sandra Amaya de Pujana.
Durante su existencia, estas cuatro instituciones han enfrentado dificultades y limitaciones de diverso tipo, que se han podido sortear con el compromiso de los fundadores y de la comunidad, y como balance reportan una fructífera operación. Han alcanzado un alto grado de consolidación y presentan logros significativos, de los que nos sentimos orgullosos y nos dan la certeza de que, con la confianza ganada, continuarán avanzando, porque han demostrado la bondad y pertinencia del trabajo que realizan.
Hoy son, especialmente, sus egresados y beneficiarios quienes asumen la responsabilidad de garantizar su sostenibilidad, cuidando de que evolucionen con dinamismo y en forma adecuada para responder a las nuevas oportunidades y exigencias que impone la época que vivimos, siempre con el compromiso de contribuir para que el futuro sea promisorio para toda la comunidad.
De este modo, podemos afirmar que los sueños de aquellos quijotes que se atrevieron a pensar en grande se materializaron con creces y que su legado será preservado porque el Tolima reconoce el enorme valor de su obra. Acogemos como ejemplo su altruismo, su capacidad para trabajar en equipo, para solidarizarse en torno a una causa noble y para actuar con diligencia, generosidad, discreción, responsabilidad social y ética inquebrantables.
(Recuerda con nosotros: Psicología: son 25 años de servicio con la comunidad)
Estos son valores, actitudes y comportamientos que posiblemente constituyen el legado más importante que nos han dejado y lo asumimos con la convicción de que tenemos la gran responsabilidad de preservarlos, replicarlos y multiplicarlos.