Don José A. Sierra y su caso de éxito, en Charlas con el Rector
- Camilo Yepes
Don José A. Sierra no la tuvo fácil para surgir como empresario. Sus primeros años en Anaime, corregimiento tolimense ubicado en Cajamarca, se vieron marcados por el conflicto armado, esa violencia partidista que hizo que muchos cambiaran de rumbo, como en su caso, al tener que mudarse a Ibagué con su familia.
Charlas con el Rector fue el espacio propicio para recordar su proceso como empleado y, desde hace varios años, como fundador y directivo de firmas comerciales de distintos propósitos. De hecho, ante el Dr. Alfonso Reyes Alvarado admitió que "me sirvió muchísimo haber sido empleado".
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Eso lo dice en relación con su experiencia en Colombina durante 12 años, un lapso en el que se desempeñó como almacenista, vendedor, supervisor de ventas, jefe administrativo, subgerente y gerente. Fue una curva ascendente que lo hizo afincarse en la vocación con la que ya venía desde niño.
"Siempre tuve la vocación en lo comercial, era para mí el entendimiento válido para sacar los proyectos adelante", cuenta, y recuerda cómo en sus vacaciones de colegio el tiempo libre lo dedicaba a ayudar con mercanía para vender en Anaime: "Ya tenía la cuota inicial para ser empresario".
Fue una situación muy angustiante, porque mi padre no tenía recursos suficientes para comprar una vivienda. La calidad de vida se desmejoró totalmente y se interrumpieron los estudios".
Con las cuotas de tanto trasnocho y del sacrificio pagó una trayectoria que hasta el momento ha sido exitosa, pese a llevar a cuestas no solo esas secuelas del conflicto, sino también de la presión colateral de paramilitares, guerrilleros y el narcotráfico sobre el territorio, que lo hizo más fuerte en sus valores.
"El éxito se da producto de los valores, por fortuna nosotros lo fuimos desde ese punto de vista", comenta, y aclara que el aprendizaje fundamental en estos casos es "tener claro que el negocio no es solo el dinero, sino hasta dónde tomar una mala decisión puede afectar la región, lo familiar y lo empresarial".
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La pandemia también llegó a modificar sus dinámicas. Desde la distribución de alimentos de sus empresas hasta las restricciones de movilidad fueron huesos duros de roer, pero, según confiesa, no fue necesario despedir a colaboradores ni modificar contratos, pues siempre hubo maneras de controlar el entorno.
"El éxito se da producto de los valores, por fortuna nosotros lo fuimos desde ese punto de vista", comenta, y aclara que el aprendizaje fundamental en estos casos es "tener claro que el negocio no es solo el dinero, sino hasta dónde tomar una mala decisión puede afectar la región, lo familiar y lo empresarial".
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La pandemia también llegó a modificar sus dinámicas. Desde la distribución de alimentos de sus empresas hasta las restricciones de movilidad fueron huesos duros de roer, pero, según confiesa, no fue necesario despedir a colaboradores ni modificar contratos, pues siempre hubo maneras de controlar el entorno.
Me sirvió muchísimo haber sido empleado, porque sé las necesidades y sé lo que se vive en esa situación. Fueron 12 años transversales en ese escalamiento"
"Lo bueno es que nos vimos obligados a manejar la virtualidad, implementar procesos de e-commerce, la nueva ola digital", añade Sierra, quien, además, está comprometido con el desarrollo de la región a través de varios roles vitales que debe cumplir el empresario de ahora.
Al respecto puntualiza: "Es fundamental cuidar el medio ambiente, cuidar las necesidades de cada colaborador, hacer que la empresa sea rentable y perdure, porque hay un afán tremendo de la gente que quiere tener el carro, la finca... Esto tiene que ir muy acompasado a los ingresos y al desarrollo de la empresa".
Al respecto puntualiza: "Es fundamental cuidar el medio ambiente, cuidar las necesidades de cada colaborador, hacer que la empresa sea rentable y perdure, porque hay un afán tremendo de la gente que quiere tener el carro, la finca... Esto tiene que ir muy acompasado a los ingresos y al desarrollo de la empresa".